10 noviembre 2014


soñé que era una isla
mi cuerpo, mi mente
un lugar de paso
muy difícil de evitar
y eran mis manos
un accidente geográfico
de costa escarpada.
soñé que era ruina
en toda mi extensión.

no puedo dormir,
tengo atravesada en el pecho
una sucesión de palabras,
algún recuerdo errante: 
fueron tantos aquellos años
de insomnio adolescente
y tinta fluida.
culpables el amor, la tristeza,
el amor.

soñé y me disculpé
ante tu desvelo
por mi llanto sonoro 
a la madrugada.
observé la levedad,
el dulce morir de la noche y,
algo más tarde, quizás
el farragoso despertar
de la mañana próxima.

no puedo dormir,
tengo una incertidumbre
repentinamente florecida 
en el pecho,
un sinvivir por lo acaecido.
soñé que era una isla, 
acaso islote, qué más da.
un tosco pedrusco
de borde afilado.

soñé y no puedo dormir,
pues parecen mis ojos ligados
a las hoscas noches de otrora
que ya suponía remotas.












5 comentarios:

  1. Todo eso que llevamos dentro y que sabe Dios cada cuánto emerge desde lo más profundo de la memoria del sentimiento y que, aunque tan lejano parece en el tiempo y la circunstancia, tan próximo se advierte rozando la cara interna de la piel.
    Es un poema maravilloso.

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  2. "y eran mis manos/un accidente geográfico /de costa escarpada." qué precioso suena.

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  3. Yo aquí veo poesía de muchos quilates.

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    1. Qué alegría, Pablo, que siempre me reserves palabras tan bonitas.

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